Utilizados como agentes quimioterápicos, estos fármacos han mostrado ser capaces de acabar con el parásito causante de la enfermedad.
Una investigación europea liderada por científicos de las universidades de Glasgow (Escocia) y Berna (Suiza) ha conseguido demostrar que los inhibidores de la cinasa, inicialmente diseñados para inhibir el crecimiento de células tumorales, pueden servir también para acabar con el parásito que causa la malaria.
Así lo ha anunciado la comisaria de Investigación, Innovación y Ciencia de la Comisión Europea, Máire Geoghegan-Quinn. La UE ha financiado la investigación, con el de fin de avanzar en el tratamiento de la malaria, que afecta cada año a más de 225 millones de personas en todo el mundo y provoca cerca de 800.000 muertes.
En concreto, en este estudio, en el que han colaborado investigadores de diferentes países, incluido España, se ha observado que el parásito de la malaria depende de una vía de señalización presente en las células hepáticas del huésped y en los glóbulos rojos para poder proliferar.
Para ello, el parásito secuestra para sus propios fines a las cinasas activas en las células de los seres humanos. Sin embargo, cuando los investigadores utilizaron inhibidores de la cinasa para tratar los glóbulos rojos infectados por la malaria, se consiguió frenar al parásito.
Hasta ahora, el parásito de la malaria conseguía ganar la batalla desarrollando rápidamente resistencia a los fármacos mediante mutaciones y escondiéndose del sistema inmunitario en el hígado y los glóbulos rojos del organismo huésped.
En cambio, el hecho de que el parásito tenga que secuestrar algunas de las enzimas de la célula en la que vive abre perspectivas para una nueva estrategia de lucha contra la enfermedad.
En vez de apuntar al parásito, el objetivo pasa ahora por hacer que las células del organismo huésped le resulten inútiles, bloqueando las cinasas presentes en ellas. De ese modo, se frustra la estrategia principal del parásito para desarrollar resistencia a los fármacos.
Actualmente ya se utilizan clínicamente varios inhibidores de la cinasa en tratamientos contra el cáncer, y muchos más han pasado ya los ensayos clínicos de fase I y fase II.
Por consiguiente, los investigadores proponen que se evalúen inmediatamente las propiedades antipalúdicas de esos medicamentos para reducir de forma drástica el tiempo y el dinero necesarios para poner en práctica esta nueva estrategia de lucha contra la malaria.
Las próximas fases consistirán en movilizar a socios públicos e industriales para comprobar la eficacia de los inhibidores de la cinasa en pacientes con malaria.
Dora Flores
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