Los médicos utilizan desde hace décadas una dieta baja en azúcares y
rica en grasas para controlar la epilepsia en pacientes que no responden
a la medicación, especialmente en niños. Esta alternativa ha demostrado
su utilidad y ahora un grupo de investigadores de EEUU ha dado con el interruptor molecular que imita los efectos de esta dieta y que abre la puerta a nuevos tratamientos para este trastorno.
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Tania Ávila
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