Según los especialistas, la manipulación de las expectativas puede aumentar o, por el contrario, bloquear totalmente los beneficios de los analgésicos.
El estudio, publicado en la revista Science Translational Medicine, también identifica las regiones del cerebro que están involucradas en el proceso.
Los expertos dicen que esto podría tener consecuencias importantes para el cuidado de pacientes y para las pruebas de nuevos medicamentos.
Para el estudio se les aplicó calor en las piernas a 22 pacientes, a los que se les pidió que describieran el nivel de dolor en una escala del 1 al 100. Además se les colocó un suero intravenoso en el que se les administraron drogas sin avisarles.
La calificación inicial de dolor promedio fue de 66. En los pacientes a los que se les dio un analgésico potente, remifentanil, sin su conocimiento el grado de dolor se redujo a 55.
Cuando se les dijo que estaban recibiendo un analgésico, la puntuación se redujo a 39.
Entonces, sin cambiar la dosis, se les dijo a los pacientes que les habían retirado el analgésico y que iban a sentir más dolor. La calificación subió a 64.
Por lo tanto, aunque a los pacientes se les estaba dando remifentanil, decían sentir el mismo nivel de dolor que cuando no estaban recibiendo ninguna droga.
Tania Ávila
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